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P10: Subida de Sant Feliu. La Carbonera

Décima parada

Subida de Sant Feliu. La Carbonera

El espacio que tenemos delante se llama la carbonera. Es una parte del antiguo convento de San Antonio, de frailes capuchinos. Desde este punto se puede acceder al museo de historia de Girona a través de pasillos estrechos que pasan junto a una cisterna subterránea de agua.
La Carbonera, per Josep Duran
Cuando James Watt inventó la máquina de vapor, seguramente no llegó a imaginar que sería determinante para la revolución industrial del siglo XIX. Las industrias funcionaban gracias a la energía de la combustión del carbón, y en muchas casas las estufas quemaban carbón para calentar. El carbón es un combustible fósil, como lo son el petróleo y el gas natural. Se originan gracias a la descomposición de seres vivos y forman parte del ciclo del carbono. Los combustibles fósiles se han utilizado y se utilizan como fuente de energía porque su reacción con oxígeno desprende calor. También desprende vapor de agua, dióxido de carbono, y otros gases que varían según la composición del combustible.
Desde los años 70 en que la llamada crisis del petróleo sacudió la economía de muchos países, se ha estado trabajando en la búsqueda de energías renovables y respetuosas con el medio ambiente. Algunas no han tenido el éxito deseado, pero en otros los avances han sido considerables. Un ejemplo es la energía solar fotovoltaica. Es casi mágico comprobar como una pequeña placa solar es capaz de generar energía suficiente como para hacer funcionar una bombilla o un pequeño motor eléctrico.

Su funcionamiento no es muy complicado si hemos entendido por qué un LED hace luz. Su principio es muy similar, de hecho, se podría decir que funciona al revés. En una celda fotovoltaica se ponen en contacto dos materiales: un rico en electrones y otro deficiente. Se cierran entre dos placas conductoras. Cuando la luz incide, provoca un movimiento de electrones que es, en definitiva, el responsable de la corriente eléctrica (lo hemos visto en la parada 3). El material básico con que se hacen las celdas fotovoltaicas es muy abundante en la tierra: se trata de silicio. La arena de las playas en contiene en gran cantidad. El problema del precio de las celdas no radica tanto en la materia prima como en la tecnología necesaria para fabricarlas.

Placa solar, por Pep Anton Vieta
Últimamente se habla bastante de otra fuente de energía que es el hidrógeno. Ya se aplica en algunos vehículos y en plantas piloto. De la misma forma que cuando el carbono quema da lugar a dióxido de carbono, cuando el hidrógeno quema, también da su óxido: es el agua. Se trata, por tanto, de una combustión muy limpia, y que genera bastante energía. Sin embargo, los motores de hidrógeno no funcionan exactamente así. Para entender cómo funcionan, primero hay que explicar que se puede obtener hidrógeno mediante hidrólisis: se conecta una fuente de corriente a una disolución de hidróxido sódico o potásico en agua, y en uno de los polos (electrodos) se forma oxígeno y en el otro hidrógeno.

Hay, por tanto, energía para romper la molécula de agua. Una vez rota, es como si el hidrógeno almacenara esta energía, ya que cuando se combine de nuevo con oxígeno, la liberará. Por eso a veces se dice que el hidrógeno es como una pila. Cuando se pone en contacto hidrógeno con el oxígeno del aire en una celda especial, se produce la combinación de ambos para dar agua y se genera corriente eléctrica. Como en la reacción de hidrólisis, pero al revés. Esta corriente hace funcionar entonces un motor eléctrico.

En la carbonera ya no se vende carbón. Las estufas han ido cambiando por otros utensilios más modernos. Algunos más limpios.

¿Lo sabías?

Los compuestos de azufre y de nitrogeno que contienen algunos combustibles fósiles son los principales responsables de la lluvia ácida. Su combustión y posterior reacción con el agua que contienen las nubes transforman estos compuestos en ácido. Las precipitaciones son entonces muy perjudiciales para el medio ambiente.

Esta reacción no es extraña: las cebollas nos hacen llorar por una razón similar. Cuando cortamos una cebolla se rompen células y liberan determinadas sustancias. Las que interesan en este caso son unas enzimas y unos sulfóxidos que cuando se ponen en contacto, dan lugar a una molécula (un derivado del propanotiol) que contiene azufre. Esta molécula es la que nos hace llorar, ya que cuando reacciona con la humedad de los ojos, da lugar, entre otros, a ácido sulfúrico. Este es un ácido muy fuerte, y la reacción de los ojos es enviar agua para diluirlo y hacerlo menos concentrado. Esta agua llega en forma de lágrimas; por ello las cebollas nos hacen llorar.