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Onceava parada
Els quatre cantons (Las cuatro esquinas)
Es posible que los antiguos chinos hubieran fabricado imanes calentando barras de hierro y dejando enfriar alineadas norte-sur. En este caso se aprovechaba el campo magnético de la Tierra para inducir un campo magnético en las barras de hierro.

Este fenómeno se explica porque electricidad y magnetismo están relacionados. Con corriente eléctrica se puede hacer un imán (electroimán) de la misma manera que con un campo magnético se puede hacer corriente eléctrica (una dinamo).
Actualmente se fabrican imanes muy potentes con materiales como óxido de hierro en cerámicas de óxido de bario o estroncio, aleaciones de níquel, cobalto y hierro, pero los más potentes están hechos con elementos de los grupos llamados lantánidos y actínidos. Por ejemplo, los de samario y cobalto o los de neodimio-hierro-boro (NIB).
A pesar de estas aplicaciones de tipo doméstico, en determinadas aplicaciones más tecnológicas se utilizan imanes de gran potencia. Es el caso de la resonancia magnética nuclear o de los trenes magnéticos. En ambos casos se utilizan materiales superconductores. Los más comunes son los cupratos de itrio (YBa2Cu3O7), pero también hay cupratos de mercurio y bario y otros superconductores basados en fulerenos. Cuando se enfrían lo suficiente -por bajo los -70ºC, esta es de momento su gran limitación que ha impedido que se hayan aplicado de forma generalizada- tienen la propiedad de ser excelentes conductores de la corriente eléctrica y de generar campos magnéticos muy poderosos.
¿Lo sabías?
El responsable del descubrimiento del magnetismo fue un pastor griego, según cuenta el historiador Plinio, conocido como el viejo, que vivió entre el 23 y el 79 dC y que se dedicó a recoger el saber popular. El pastor se dio cuenta de que una roca que encontró atraía la punta de su bastón y los clavos de la suela de sus zapatos. Tanto la punta del bastón como los clavos de la suela eran de hierro. Y la roca no atraía nada más. El pastor, que vivía en Magnesia, no sabía por qué pasaba aquel fenómeno, pero curioso, fue a contárselo al sabio que había más cerca. Se trataba de Tales, que vivía en el vecino pueblo de Mileto. Tales estudió las propiedades de la roca y la llamó magnetita. Unas versiones dicen que fue en honor al pueblo donde había sido encontrada, otras porque el pastor se llamaba Magnes. Sea como fuere, desde entonces los materiales que tienen un comportamiento similar se denominan magnéticos.